Antes de empezar, siempre me gusta preguntar, ¿alguna vez te has parado a pensar cómo te sientes cuando tomas una bebida con o sin azúcar?, ¿y cuándo tomas una bebida alcohólica? Pero no solo a nivel físico… ¿cómo te sientes mentalmente o emocionalmente? ¿notas algún cambio?
Esto, y mucho más es lo que nos da a conocer la alimentación integrativa y consciente.
A diferencia de las “dietas” convencionales, en donde el único objetivo en la mayoría de los casos es perder peso o tratar alguna enfermedad puntual, la alimentación o nutrición integrativa se enfoca en la prevención y mantenimiento de la salud. Es natural, sana, nutritiva, energética y antiinflamatoria.
Pero más importante aún, tiene una visión integral y completa de la persona y atiende a los aspectos globales del individuo: mente, cuerpo, espíritu y entorno sociocultural. Una alimentación consciente, implica relacionarnos con los alimentos a través de una conciencia plena.
¿Cuántas veces ponemos el piloto automático en nuestro día a día y no nos damos cuenta de qué comemos y de cómo nos sentimos cuando estamos comiendo? Buf! Millones de veces, ¿no?… Por eso, lo que se busca con la alimentación consciente e integrativa es promover el autocontrol y el autoconocimiento, rescatando señales internas sin dejar a un lado el placer, con el objetivo de incentivar una relación más sana con la comida. Porque ya es hora que hagamos las paces con ella, ¿no crees?
A mí me gusta decir que este tipo de alimentación es una invitación a conocernos, a ser más conscientes de los alimentos que tomamos y de cómo nos hacen sentir emocional y físicamente, pero sobre todo, es una invitación a ser más conscientes del momento físico y emocional por el cual estamos pasando en ese momento, ya que eso determinará todo.
No busques dietas milagro a corto plazo, busca instaurar nuevos y buenos hábitos que te acompañen en tu camino y vengan para quedarse, solo así, empezarás a conocerte en todos los sentidos.
Algunos de los beneficios que conseguimos a través de una alimentación más consciente:
Saber escuchar a nuestro cuerpo para entender las señales verdaderas que nos envía sobre hambre y saciedad.
Evitar saciar la tristeza o los sentimientos desencontrados con la comida.
Darnos cuenta que la manera que tenemos de comer dice mucho de cómo vivimos y de nuestro entorno y que nuestros hábitos de alimentación tienen un efecto muy importante en nuestra salud y nuestro día a día.
Prestar atención al cómo comemos, porqué comemos y cuál es nuestra relación con los alimentos.
Aportar cambios positivos en nuestra salud, nuestra energía y porque no, en nuestro peso, pero sobre todo en nuestra forma de relacionarnos con el mundo.
Ser más libres a la hora de nutrirnos y de vivir, detectando cuándo estamos activando el piloto automático.
Y, ¿cómo ponerlo en práctica? Aquí te dejo algunos tips que te pueden servir de ayuda:
1. Come cuando tengas hambre. Antes de empezar, pregúntate, ¿qué tipo de hambre tengo? Conecta con tu sensor interno y recuerda que el hambre físico aparece gradualmente, mientras que el hambre emocional suele ser imperativa (¡lo quiero ya!) y normalmente se fija en alimentos ricos en grasa, sal o azúcar.
2. Aliméntate de forma sana, y que eso se refleje en tu nevera. Si comes bien (cubriendo tus necesidades calóricas y de macronutrientes) y de manera saludable, será más difícil que caigas en los antojos.
3. Ve más despacio. Observa los alimentos que vas a comer. Agradece la comida y repasa cada tipo de alimento con la vista. Si comemos despacio, los nutrientes se combinan antes y las señales químicas de satisfacción ocurren antes.
4. Sustitución consciente. Busca sustitutos a esos alimentos con los que te recompensas o con los que cambias tu humor.
5. Conócete a ti mismo y no te boicotees. Cuando tu relación con la comida y el comer está desequilibrada, es fácil verse superado por las emociones negativas. Para contrarrestarlas, el primer paso es iniciar una práctica regular de meditación, porque te ayudará a calmar la mente y a crear cierto espacio en torno a las voces críticas interiores.