Es una infección que se produce por un hongo llamado “cándida albicans”, un patógeno presente de forma natural y en pequeñas cantidades en nuestra flora. Esto significa que, hasta cierto punto, las cándidas son beneficiosas para nuestro organismo, siempre que la flora intestinal y vaginal, junto con el sistema inmunitario, nos ayuden a mantener estas levaduras bajo control. Se encuentran habitualmente en la mucosa bucal, intestinal y genital.
El hábitat ideal de las levaduras son las mucosas por el nivel de humedad, por lo que una candidiasis puede afectar por ejemplo solo a la boca o solo a la vagina, y no necesariamente ambos sitios a la vez. Igualmente, a nivel intestinal las cándidas conviven con la microbiota intestinal, lo que también condiciona su proliferación. De hecho, si se comprara la prevalencia entre candidiasis bucal, intestinal y urogenital, esta última sería la más frecuente. Hasta un 75% de las mujeres padecerá en algún momento de su vida un episodio de candidiasis vaginal (siendo habitual durante el embarazo).
FACTORES QUE PUEDEN DEPRIMIR nuestro sistema inmunitario y desequilibrar la flora intestinal, causando el crecimiento excesivo de estas levaduras y, por consiguiente, la candidiasis:
Exceso de azúcar o HC refinados: su fuente de energía son los azúcares simples: lactosa, fructosa y glucosa, fundamentalmente.
Uso de antibióticos o corticoides: los antibióticos destruyen la flora bacteriana, pero no las cándidas. Por eso la importancia de tomar probióticos cuando tomemos antibióticos.
Embarazo: Durante este etapa, los niveles de progesterona aumentan, induciendo la producción de glucógeno, lo que favorece el crecimiento de las cándidas vaginales. Además, niveles altos de progesterona pueden provocar resistencia a la insulina, causando un exceso de glucosa en la sangre y favoreciendo el crecimiento de las cándidas.
Falta de nutrientes: cuando sufrimos algún tipo de desnutrición, las cándidas tienen más oportunidad de crecer.
Estrés: un estrés mantenido a largo plazo, aumenta los niveles de cortisol, deprime el sistema inmunitario, aumenta los niveles de glucosa y destruye la flora bacteriana intestinal.
SÍNTOMAS DE LAS DISBIOSIS O CANDIDIASIS
Cansancio y debilidad continuada
Deseos para comer dulces
Confusión o falta de concentración
Insomnio o depresión
Capa blanca en la lengua
Desequilibrio hormonal
Dolores articulares
Pérdida del deseo sexual
Problemas de sinusitis crónica y alergia
Estreñimiento, diarrea, hinchazón o gases
Sistema inmune débil
Por eso, aquí la alimentación es clave en el tratamiento, que debe ser personalizada, ya que dependerá mucho de los síntomas que aparezcan. Así, este puede pasar por un procedimiento antimicótico, la toma de suplementos probióticos o el seguimiento de una dieta antihongos.
Con el objetivo de erradicar las levaduras y devolver la normalidad a la flora intestinal, primero se suele seguir una dieta bastante estricta para desintoxicar el organismo y favorecer la eliminación de los hongos. Beber abundante agua y recurrir a comidas ligeras es lo más habitual.
Alimentos que «alimentan» a las cándidas:
Azúcares y edulcorantes: azúcar, jarabe de maíz, agave, aspartamo, caña de azúcar, miel, melazas …
Fruta o frutas desecadas
Tubérculos o verduras con almidón
Cacahuetes o pistachos
Embutidos
Aceites refinados y de mala calidad
Productos lácteos de todo tipo
Harinas refinadas: cereales refinados como el cebada, avena, espelta, trigo, arroz…
Levaduras del pan o la bollería
Alcohol (incluso cerveza o vino) y medicamentos (o suplementos naturales) que contengan etanol.
Alimentación que hará “pasar hambre” a las cándidas:
Rica en productos vegetales.
Alta en proteínas y grasas de origen vegetal.
Baja en carbohidratos o alimentos de alto índice glucémico.
Baja en proteínas y grasas de origen animal (lo mejor pescado, marisco y huevo).
Rica en polifenoles: lino, chia, sésamo y soja fermentada…
Fruta, excepto el plátano, que es muy rico en almidón.
Los arándanos azules y los arándanos rojos americanos.
Los alimentos fermentados mejoran la diversidad bacteriana, facilitando la producción de péptidos antimicrobianos.
El Kimchi o el Chucrut.
Vinagre de sidra de manzana
Vegetales crudos y jugos verdes.
Aceite de coco: Rico con ácido láurico y ácido caprílico que tienen propiedades antifúngicas.
Durante el tiempo de cambio en la alimentación es muy posible que el paciente empeore temporalmente. Esto es debido a una desintoxicación, con el consiguiente aumento de sustancias tóxicas en el organismo, y también a que las cándidas están “protestando de hambre”. Para ello, se puede ayudar con antioxidantes para favorecer la eliminación de estas sustancias y un multivitamínico para aportar aquellos nutrientes que debido al estado de la mucosa intestinal y la mala absorción, no puede asimilar el paciente.
A partir de aquí se seguirá con un protocolo de destrucción de la cándida y un posterior equilibrio intestinal. Pero todo protocolo deberá ser personalizado dependiendo de los síntomas de cada persona.
Importante consultar a un profesional antes de llevar a cabo cualquier tratamiento por muy natural que sea.